lunes, 29 de junio de 2009

Técnica expositiva



La técnica expositiva es adecuada para los géneros densos en ideas y desprovistos de emoción, como serían los casos de la explicación, la crítica, el editorial, la crónica erudita, la didáctica y la conferencia académica.
Es condición elemental de la técnica expositiva, la claridad. No debe abusarse de los tropos, sino que las ideas deberán plasmarse intactas y cristalinas, Lo importante es que la idea quede muy en claro, por lo que, si las circunstancias lo ameritan, y una figura retórica puede lograr un planteamiento de la idea, sin necesidad de que el lector tenga que interpretarla, puede emplearse. Sólo es posible el empleo de la técnica expositiva en aquellos trabajos, de los cuales tenemos una idea clara; pues de lo contrario el escrito puede volverse difuso, impreciso y oscuro.
En estilo expositivo no debemos recurrir a excesiva erudición por lo que los conceptos deben dosificarse; sobre todo si se trata del desarrollo de un género periodístico, el cual está destinado a un público de cultura media.
Además de la claridad, la exposición deberá contener originalidad y brillantez, lo cual podemos conseguir mediante el empleo adecuado y bien distribuido de las figuras retóricas que nos conceden fuerza vital, sello personal y vida espontánea; pero cuidando de no recargar demasiado dichas imágenes, que provocarían el efecto de crucigrama, el cual destruye la hilaridad expositiva.
La técnica expositiva empleada en el periodismo, corresponde al denominado “estilo informativo”. Sus características son la objetividad, ausencia de opiniones o comentarios personales, uso escaso del adjetivo, naturalidad expresiva, sostenimiento del interés por manejo adecuado de los propios elementos de interés involucrados en el caso específico y empleo reducido de las imágenes y metáforas.
La técnica expositiva difiere de la narrativa y de la descriptiva, en que la segunda es la enumeración de acontecimientos ordenados en el tiempo; mientras que la exposición es el estudio de los hechos y las circunstancias que concurren en un determinado objeto o situación y su expli8cación en términos sencillos, claros y comprensibles. Por todo esto, para el empleo de la técnica expositiva debemos situarnos en un nivel medio de cultura para ser comprendidos por todos los lectores.
Es conveniente, antes de iniciar la redacción de una exposición, preparar un bosquejo que determine el orden de las ideas, el cual será muy útil para el proceso mental y la propia redacción.

EJEMPLOS DE TÉCNICA EXPOSITIVA

Como ejemplos de técnica expositiva presentamos una conferencia académica de Antonio Maura denominada “Nuevo Concepto del Diccionario de la Lengua” y la otra es una editorial de Manuel Troyano titulado “Año Nuevo” y publicado por “El Imparcial de Madrid” el 1 de enero de 1902.

“Nuevo Concepto del Diccionario de la Lengua
De los refranes, tan solo admite el Diccionario aquellos (son, incomparablemente, los menos) que amplían o confirman el léxico; en cambio, se debe acrecentar siempre, tendiendo a completarlo, el acopio de los modos adverbiales y de las frases, porque varían o matizan los ordinarios significados de los términos. Son estas las inflexiones más geniales y castizas de nuestra habla, aun las elocuciones más efusivamente imbuidas del espíritu popular, centelleantes, cálidas, lacónicas, enfáticas, pintorescas, felicísimas. Despliegan sin melindres gramaticales, en desarreglada dinámica, impulsos mentales y ráfagas poéticas que alimentan a la multitud anónima, autora principal de esta maravilla sobrehumana que denominamos lenguaje, y a causa de ser tal su origen y tal su condición, habrá de resultar arduo el conato de encerrarlas en una cuadrícula y sujetarlas a clasificación, porque este solo nombre denota lógica, método y simetría.
Al formar grupos de palabras en razón de su significado, se verán mariposear alocadamente sobre el casillero distribuidor los miles y miles de genialidades venturosas que han roto (haciéndolo de manera intermitente, por añadidura)la correspondencia ordinaria entre el vocablo y el concepto. En las frases y en los modos adverbiales que formuló el uso común, a guisa de troquel, y que guarda las fragancias más exquisitas del habla popular, no tan sólo es frecuente hallar trabucada esta ordinaria relación; además, el significado de una palabra suele depender de la cercanía de otra, a tal punto, que el sentido se altera, se invierte o se disipa si el acompañamiento falta, si se antepone viniendo pospuesto, o si, estando delante, se pospone.
Para que resulte provechosa la catalogación del vocabulario según la analogía de los conceptos, habrá de hacerse tan metódicamente, que ella venga a ser el método mismo; la rigidez y la uniformidad simétrica forman parte principal de su esencia, y sus disciplinados e inexorables alineamientos han de sentarle mal al lenguaje, que traduce no sólo la variedad, que es ordenada, aunque inmensa, de la Naturaleza, sino también las intimidaciones imponderables del alma y del albedrío humanos de los individuos, de las colectividades y de las generaciones. Sucesivamente imprimiendo todos en él las huellas de sus exaltaciones, de sus arrebatos, de sus extravíos y de sus glorias…”

“AÑO NUEVO
Con el 1901 han terminado las sesiones de Cortes. De igual suerte que en estos días los establecimientos industriales y comerciales hacen su balance, conviene que lo hagan los pueblos.
¿Qué hemos perdido y qué hemos ganado durante el primer año que, de este siglo, terminó ayer? Parodiando la famosa frase del revolucionario Sièyes, quien, al preguntarle sobre lo que había hecho durante el período del Terror, contestaba: “¡He vivido!”, podemos decir los españoles: “¡Hemos vivido y, aunque poco, algo se ha adelantado!”
Ese adelanto ha sido lento y aún penoso. No se halla el conflicto religioso planteado en los términos de calor y violencia en que se encontraba durante los primeros meses de 1901. Sin embargo, todavía están por resolverse las cuestiones que arrastraba consigo. El problema económico presenta muy pocos progresos. Los presupuestos son los de los conservadores, un tanto desnivelados; y en el asunto de los cambios, si se ha dado un paso en firme con la prohibición de acuñar plata y otro paso con la disposición de que se paguen en oro los derechos de las aduanas, este último es todavía inseguro, puesto que no ha sido aprobado por las Cortes. En las relaciones sociales continúa la tirantez entre el capital y el trabajo, habiéndose hecho por aflojarla menos de lo que hizo la situación anterior, porque el proyecto de la Ley de Huelgas ha significado sólo recelos y prevenciones de las clases jornaleras.
De “re militari”, lo más saliente ha sido el decreto sobre matrimonios. De Marina sólo ha quedado la desairada posición del ministro, a quien las Cortes no han votado los créditos que pedía.
Del Estado no hay que hablar, porque el ramo tiene una existencia enteramente vegetativa. El Ministerio de Gracia y Justicia, a quien estaban encomendadas las iniciativas más necesarias y menos costosas, apenas ha podido resistir las presiones que lo obligan a ciertos nombramientos. En el mismo Ministerio de Agricultura se trata de salir del día sin graves embarazos, retroceder lo menos posible, ya no es posible avanzar. Y solamente en Instrucción Pública se ha adelantado algo con el pago de los maestros, medida que vendrá a ser perfectamente estéril si no es punto de partida para muchas otras…
¿Habrá de limitarse el pueblo española vivir de un modo casi vegetal en una época de crecimiento y de desarrollo extraordinarios, de civilización y de cultura? No solamente los ministros –pues no son ellos solos los que gobiernan-, sino todos los elementos activos de la política, ¿no se han hecho jamás preguntas semejantes?
Y si se las hacen ¿No se sienten capaces de cambiar de procedimientos?…”

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