lunes, 29 de junio de 2009

Técnica epistolar


Es la epístola una técnica de redacción similar a la de una carta, por medio de dicha técnica puede desarrollarse casi cualquier género literario, hasta la novela. Sus reglas generales son similares a las de la correspondencia; y sólo se distingue en, que al empleo de la epístola como técnica literaria, podemos hacer uso del lenguaje figurado, en tanto que la correspondencia es ordinariamente redactada en lenguaje directo.

NORMAS PARA LA REDACCIÓN DE CARTAS

Las cartas constituyen la técnica epistolar y se les define como “una conversación por escrito”; el tono en que ésta se escriba deberá adaptarse a la psicología, carácter y cultura del destinatario. Sus requisitos son: confianza en sí mismo y espontaneidad en el estilo.
Las cartas siempre deben escribirse con corrección, con un orden que facilite la expresión de la idea o las ideas con claridad. L redacción de las cartas exige concreción y corrección.
Las cartas constan de cinco elementos:
1. Encabezamiento
2. Saludo
3. Exposición del asunto
4. Despedida
5. Firma.
El encabezamiento deberá consistir en lo siguiente: arriba: nombre de la población donde reside el remitente, seguido de la fecha (día, mes y año; en los Estados Unidos el orden es mes, día y año). Dos espacios más abajo se especifica el nombre del destinatario, residencia y población.
El saludo, que deberá ir un renglón abajo del encabezamiento, deberá ser una clase de cortesía y se prepara al lector para la exposición del asunto.
La exposición del asunto deberá ser directa, parca y correcta; un estilo directo si se trata de correspondencia comercial o familiar; y un estilo figurado, si se desea, en los casos en que se emplee esta técnica para fines literarios.
La despedida debe ser original, no emplee las fórmulas de uso corriente (muletillas), a menos de tratarse de un trabajo literario. Sea sencillo y redáctela según el grado de confianza del destinatario.
La firma deberá ir centrada al final del escrito.

EJEMPLOS DE TÉCNICA EPISTOLAR

Presentamos dos ejemplos: “Carta de Valera a Menéndez y Pelayo”, escrita por Juan Valera y “dos cartas de Ortega a Virginia Ocampo” escritas por José Ortega y gasset.

“Carta de Valera a Menéndez y Pelayo.
Madrid, 11 de agosto de 1878
Señor Don Marcelino Menéndez y Pelayo.
Mi querido amigo: ya empiezo a sentir los inconvenientes de haber aceptado la presidencia del Tribunal de oposiciones . Llueven sobre mi los empeños y los mismos interesados. Canalejas y Sánchez Moguel han venido a visitarme y a recordarme ellos mismos.
Esto, sin embargo, aceptada ya la cosa, no me perturba en lo más mínimo. Yo estoy seguro de mi en cuanto a la buena y recta voluntad. Daré mi voto a quien me parezca que más lo merece. De modo que si peco será por error de entendimiento.
Me siento con bríos hasta para dejar a Usted en segundo o tercer lugar, si llego a creer que lo exige así la justicia. Hasta ahora no lo creo. A Sánchez Moguel ya le conocía, y en cuanto al señor Canalejas, me ha parecido presumidísimo, cosa que, en mi sentir, desgracia mucho cualquier prenda que pueda tener.
Trabaja poco o el trabajo no me cunde, y esto me despertará, porque tengo mil compromisos y veo que no los voy a poder cumplir. “Doña Luz” es sólo quien adelanta algo. Llevo escritos ocho capítulos y en todo serán veinte.
No sé que pensar. El asunto me enamora; pero reconozco que todo depende de la ejecución, del primor, del estilo.
Anoche leí su artículo de Usted en la revista “Europa”. Salvo los elogios apasionados que Usted amistosamente me prodiga, el artículo me pareció bonito, escrito con sencillez y facilidad, razonable, lleno de erudición, como todo lo de Usted, y con un reposo y una serenidad superiores a los pocos años de Usted, que es lo que es una maravilla. Cuídese Usted mucho, y viva sano y largo tiempo, pues va a ser notabilísimo personaje en las letras españolas. Y es Usted tal, que la X de la firma no puede ser más fácil de despejar por quien entienda de estos negocios. ¿Quién, si no Usted, había de haber escrito el artículo? El anónimo es un disimulo inútil.
Dígame Usted si visitó a la ilustre marquesa de Aranda, que no dudo le habrá agradado.
Soy su afectísimo,
Juan Valera”.

“Madrid, lunes de 1934
Querida, querida Niké:
Te envío este recorte que he extirpado al número último de “Le Temps”. Tal vez conviniera que le pidieras (a Drieu) el artículo a que se hace referencia para que lo leamos juntos.
No te oculto que me preocupa un poco la actitud germinante en Drieu que tras esos párrafos puede ocultarse. La expresión adecuada es ésa: me preocupa. Porque no se trata de que sin más y con plena evidencia me parezca mal. Pero recelo que a la postre resulte, en efecto, una actitud lamentable. Y para mi no es lamentable una actitud porque discrepe de la mía (no está dicho siquiera que yo discrepe de ésta), porque me parezca un error sino porque sea subjetivamente falsa, inauténtica, adoptada por contagio, por motivos indirectos, por atropellamiento. Auténtico no es lo que sin más ni más hallamos en el sobrehaz de nuestra intimidad. Mis pensamientos no son sin más ni más los que buenamente pienso. Todo lo contrario: el “mi mismo” no se da nunca en estado nativo. Es esencial a él tener que ser buscado por enormes esfuerzos, aislado, modificado. Hasta el punto de quién vea la faena desde fuera y sin cautelas juzgaría que ese “moi-méme” es precisamente una construcción, una falsificación o deformación del espontáneo y auténtico.
Todo esto va dicho en tono dogmático impuesto por la prisa: “Ese es nuestro gran problema”. El de nuestra hora común y el especialísimo tuyo.
Tuyo,
Ortega”

“Buenos Aires, 19 de abril, 1940
Querida Victoria:
Se ha producido una vez más el incuestionable fenómeno telepático. Al levantarme esta mañana pensé escribirte unas líneas comunicándote mi nueva dirección. Poco después me avisaba el portero de la casa anterior que una carta había llegado. Fui a recogerla y era la tuya.
Estamos en Avenida Quintana 475 –entre Callao y La Recoleta. Hace tres días que nos mudamos. Llevo cuatro años mudándome y he adquirido una condición de nómada o simplemente de gitano. Mi teléfono es 41-5232.
Comprendo muy bien que te resistas a abandonar ese Mar del Plata sin gente. El mundo está cada vez más desapacible, más torturado y más torturador. Y cuando busca uno que podría hacer para procurar aún en minúscula medida su curación, descubre al precisarse uno su proyecto que sólo serviría para aumentar la algarabía y la miseria.
He andado mal o-más exactamente- menos bien durante dos meses. Parece que estoy más recompuesto de físico. Pero no de ánimo. He trabajado sólo en lecturas y notas. No he visto a casi nadie y a los que veo casi no los veo. Pero echadas todas las cuentas, sigo encantado de estar aquí.
Recuerdos de Rosa, un abrazo de
Ortega”.

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