lunes, 29 de junio de 2009

Estilo directo dialogado


“-Te he llamado porque mi hija, ausente, debido a tener que acompañar a su marido, me recomienda que atienda especialmente a dos de sus amigas que, de paso por alguna parte, van a detenerse en este pueblo. Me parece natural darles hospitalidad y obsequiarles de algún modo. A fin de que las acompañen, he pensado en convidar también a Luisa, Clara y Antonia.
-¿Y cómo se llaman tus futuras huéspedes?
Mily Holiday y Mica Hubler. A pesar de sus apellidos extranjeros, son españolas, si bien han vivido durante muchos años fuera de su país.
Conozco sus nombres. He oído hablar de ellas. Vas a tener el honor de recibir a dos de las más dintinguidas muchachas modernistas de la inteligente juventud, así española como internacional.
-Sabes que soy un poco tradicionalista con mis gustos y aficiones.
-Eres un anticuado nada más. Yo he viajado bastante, y estoy más al tanto de las costumbres modernas. Por lo pronto, esas muchachas que pensabas convidar para que las acompañasen no irían bien con ellas. En su lugar, creo que deberías convidar a Lupe, a Nora, a Rate. Ahora ninguna muchacha usa, como sus madres y abuelas, los nombres que les pusieron en la pila. Si es que no los han olvidado, los pondrán únicamente en sus partidas de bautismo, o en sus declaraciones de divorcio, si llega el caso. El divorcio se lleva mucho en los países en que ellas han vivido. Mi hermana Concepción, mujer tan anticuada como tú, estuvo en uno de esos países, y como sus prejuicios religiosos le impidieron aceptar convites en casas de divorciadas, tuvo que quedarse la mayor parte de los días en el hotel. Y volviendo a tus huéspedes, ¿Qué preparativos piensas hacer para recibirlos?
-No sé; por eso te llamo.
-¿Tienes juegos en tu casa?
-No. En mi casa no se juega a nada.
-Bueno; yo traeré del bazar, y si no, de mi casa, algunos juegos, sobre todo barajas francesas y españolas. Estas distinguidas señoritas querrán, naturalmente, organizar partidas de “bridge”, de pináculo, de póquer, de mus. Acaso prefieran el ajedrez. Si les pusieran una ruleta, con una banca decente, puede que las divirtiese más…” (Marqués de Valdeiglesias).

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